El día que cayó la última piedra de Gol Sur los béticos sentimos un pellizco en el alma. Aquellas escaleras, con sus vallas verdes, canallas y valientes a partes iguales, habían sido testigo de tardes de gloria, de noches de tristeza y de emociones que ni el Papa de Roma podría explicar con la Biblia en la mano. Pero no solo cayó aquella grada, hogar de los hinchas más pasionales que un equipo pudiera imaginar, sino que con ella se vino abajo el recuerdo del Palomar, un símbolo de nuestro templo que era identificado por béticos de todas las edades.

Porque si los escalones de Gol Sur habían dado cobijo a los balompedistas más fanáticos de Villamarín, sobre los mismos se elevaba el Palomar, erguido como un vigía que oteaba expectante los córneres olímpicos de Rogelio, la clase de Cardeñosa y las galopadas del Gordillo. Era en esa casetilla con tanto arte donde los goles de la Zurda de Caoba, del Flaco y del Vendaval del Polígono se gritaban a los cuatro vientos, como si de un grito bendito se tratase. Porque cabe hacerse una pregunta trascendental: ¿había algo más sagrado que los cánticos que surgían de las gargantas afónicas de los aficionados béticos que se agolpaban en torno al Palomar? La respuesta, obviamente, es no. Nunca habrá un clamor más puro que el que provoca un gol del Betis, y solo falta dejarse caer una tarde por el Villamarín para acabar convencido. Era allí, en el Palomar, donde se mostraban con cartelones los resultados de nuestro equipo; y era allí donde giraban la cabeza los parroquianos de Heliópolis que no faltaban a su cita con el único amor verdadero que nos da la vida, unas veces para confirmar que el equipo ganaba y otras tantas para terminar de convencerse que la tarde no iba como se esperaba.

Pero nuestro querido Palomar pasó a mejor vida mucho antes de que Gol Sur cayera. Los tiempos modernos trajeron marcadores electrónicos que acabaron con la gracia y la pureza de aquel cuartito con vallas y techo verdiblanco que funcionaba como referente del bético. Pero su espíritu, su significado, nunca desapareció. Cuando un bético piensa en el Palomar, miles de recuerdos y de historias contadas por sus mayores aterrizan en su mente, transportándose a una época en la que el fútbol era mucho más que un deporte robado por los ricos.

Por eso queremos recuperar y poner en liza nuestro querido Palomar; volver a rescatarlo de los escombros del viejo Gol Sur. Nacemos como un grupo de béticos que, movidos por el amor a los colores y a la historia que conforman el Real Betis Balompié, queremos gritar a los cuatro vientos las proezas, los sinsabores y las alegrías de nuestro club. Y lo hacemos desde lo más alto posible, desde nuestro Palomar inmortal, con la esperanza de llegar a todos los rincones del universo verdiblanco, como ese grito bendito que surgía de aquella casetilla mágica y que llegaba a los corazones de todos los congregados en el Villamarín. Súbete con nosotros al Palomar y disfruta de la bohemia bética que, desde hoy, Betis Bohemio te ofrece.

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